lunes, 30 de abril de 2012

Sesión 8




A continuación presentamos el texto de avance de la metáfora "El Derecho a la Ciudad":



EMERGENCIA DE CIUDAD, EMERGENCIA DE CIUDADANIA
Por Hector M Lugo
Abril 16 de 2012

No hay escapatoria, pertenecemos siempre a un lugar; el balcón de la casa, el baño, la habitación, la calle, la plaza, el supermercado, el metro, el espacio virtual, el lugar de trabajo, de la fiesta, en fin, a cualquier lugar. Son lugares de morada, de transito, de estacionamiento, de afectos, de encuentro y desencuentros, lugares que se construyen para realizarnos como personas o sociedad, o lugares que son significados porque allí en esos lugares nos afectamos, nos practicamos como seres humanos. El lugar de nosotros y nosotras, el lugar propio, los lugares de todos y de todas, la ciudad o un fragmento de ella, se hacen en cuanto se disponen en el espacio objetos y relaciones, de esta manera nos nombramos, hacemos presencia y nos vivimos; todo lo que en el espacio se coloca o se deja de acomodar, constituye una significación del lugar, un sentido de vida. Se podría decir que adoptamos condición de humanidad en cuanto realizadores y realizadoras de lugares, y por esto mismo de la lectura de lugares, de los espacios significados, podemos también deducir condiciones de humanidad1 y relaciones de poder, al fin y al cabo la política deviene en paisaje.

Los seres humanos disponen de objetos y tecnología para mediar la relación consigo mismos, los otros y otras, y con el mundo. Y estos objetos mediadores vienen (son puestos en la ciudad) y se quedan para siempre; florecen por doquier para conformar el “jardín de los objetos”. En conjunto con los elementos naturales y las tecnologías, estos objetos acompañan y permiten la relación entre las personas y la realización de lugares, es decir la humanización del espacio y la socialización de hombres y mujeres. En esta interacción todos los objetos y todos los lugares son conectados, puestos en movimiento, por la condición de humanidad y de sociedad.



Siendo el mundo interactivo y puesto en movimiento a partir de las relaciones y los intercambios, y dado que las personas siempre están en movimiento y transformación, así como es establecida una ecología de la naturaleza orgánica, también se realiza una ecología de los objetos y una ecología de los lugares, pues ningún lugar, individual o colectivo, es aislado y permanece en el tiempo si no está en relación con todos los lugares; la cocina, el patio y la habitación se relacionan entre sí, establecen relación con la vivienda y producen una continuidad con el barrio o la unidad residencial, y estos con el antejardín, la calle, el teatro y el centro comercial. Además todas las cocinas (entre ellas mismas y con las otras), todas las viviendas (entre ellas mismas y con las otras), las plazas (idem), las calles (idem) y avenidas, los sistemas de transportes, los barrios, la finca campesina y las veredas están conectados entre sí, hacen continuidad interactiva por y con la sociedad. Así mismo las ciudades entre sí, las naciones, las culturas y las sociedades.
Pero estos objetos, podríamos ya decir, estas mediaciones para la interacción, podrían o no procurar el contacto, podrían o no mediar la socialización, en fin, podrían o no producir continuidad y por tanto sociedad.
Por esta razón la ecología de los lugares que es establecida, dicho de otra manera, las conexiones y continuidades que los lugares potencian y recrean para producir sociedad y practicarse como individuos, se convierte, a la hora de valorar la ciudad y la vida urbana, en el factor principal y determinante. Urbanistas y arquitectos deberán producir, urdir, un tejido de relaciones y de continuidades para producir ciudad y sociedad, y no una colcha de retazos, de lugares segregados e inconexos, donde no es posible el contacto, la socialización de la vida natural y social. El diseño de ciudad será hoy discutido y valorado por estas continuidades entre tiempos y lugares, por la complejidad realizada al momento de procurar lugares que atraen y median la realización de la vida urbana, donde el habitar es recreado y es posible expandir la realización individual y colectiva. El lugar irrumpe, por su condición de humanidad, en la ciudad funcional, mercantilizada y privatizada. Allí donde es significado el espacio haciendo lugares mi ciudad es reivindicada, es hecha realidad en la constitución del lugar.


Aunque en apariencia la ciudad se potencia a sí misma; crece y se expande sin ningún control, se comporta como un sistema sin finalidad favoreciendo la emergencia de lugares inconexos, aunque aparentemente esta ciudad se ha ido de nuestras manos y sólo se construye en función de la movilidad, el comercio y la sobrevivencia, esta ciudad, mi ciudad, podría volver a nuestras manos por medio del dominio del lugar. Cuando el cuerpo de las mujeres se hizo de su dominio se convirtió en territorio propio, se hizo “mi cuerpo es mío”, por lo tanto sobre él ellas deciden. Cuando los lugares que habitamos se conviertan en lugares propios, en lugares nuestros, en lugares de ciudadanía, la colcha de retazos construida será tejida y la ciudad será de la ciudadanía.
Ahora bien, los lugares propios, de otros y de otras, todos los lugares y la ciudad misma son conectados, interconectados y convertidos en sistemas por la sociedad misma. Las relaciones de poder, el orden político e institucional, las relaciones personales y la vida cotidiana, convierten las interacciones en sistemas y subsistemas, en flujos y contraflujos, en orden y control, pero no podemos olvidar que son del dominio de la sociedad, finalizados y decididos por ella, y aunque se expresan como si fueran comandados por una mano invisible, estos son enunciación de relaciones de poder y de interacciones. El sistema es a la sociedad como la ecología es a natura, se estructura en y por ella, no es al contrario, no es el sistema quien estructura la sociedad.
Cuando esto pasa, se diseña el sistema para hacer sociedad, ésta, la sociedad se torna funcional, se enajena y pierde condición de humanidad, los espacios vinculados al sistema no adquieren la noción de lugar, y quien gobierna el sistema adquiere la condición autoritaria de controlador, como en el metro y su cultura metro; los y las usuarias viajan y se transportan, no se socializan, casi podríamos decir que la estructura solo permite viajeros y viejeras, no socialización. Los espacios son purificados con su brillo, su limpieza, ofrecen blancura y sólo expresan, enuncian, vida comercial y mercantilizada, nunca vida urbana, nunca cultura cotidiana, son espacios enajenados y no lugares, y el gobierno autoritario y controlador manda a respetar a las mujeres por su condición vulnerable y débil, hace sociedad disciplinando al modo institucional hegemónico sexista, militar, de varones blancos y católico.
Si la estructura vertical decide y controla, y esta verticalidad cae como en picada sobre la realización horizontal de lugares, dominando su forma y su función, se habrá perdido su diversidad y quedará sólo el lugar simplificado, homogenizado: los parques lineales, la ciudad del automóvil, la vida urbana empobrecida en función de la sobrevivencia, los centros comerciales y la vivienda en función del alojamiento, de las unidades residenciales. Así mismo Cordones Verdes serán tendidos en la periferia para segregar, contener a los pobres, separar el campo de la ciudad, y vender la ilusión de espacios públicos construidos cuando sólo son fábricas de aserrín y madera, celulosa de papel.
1 Para esta condición de humanidad me refiero a todas las relaciones y la presencia de humanidad: hombres y mujeres, todas las etnias, toda la diversidad cultural y natural, todas las orientaciones sexuales y de género, todas las generaciones, todas sus relaciones sociales, culturales y económicas, en fin esta totalidad de humanidad que somos.




 Diana Velasquez presentó un avance de su métafora a través de un video donde entrevista a personas que han construído espacio verdes en la ciudad:

No hay comentarios:

Publicar un comentario